Primeras lecturas

Primeras lecturas

El verbo leer no soporta el imperativo. Aversión que comparte con otros verbos: el verbo amar..., el verbo soñar... Claro que siempre se puede intentar. Adelante: ¡Ámame! ¡Sueña! ¡Lee! ¡Pero lee de una vez, te ordeno que leas, caramba! -¡Sube a tu cuarto y lee! ¿Resultado? Ninguno.

Así comienza Como una novela de Daniel Pennac, denominado en su sinopsis como un antimanual de literatura, concluye con un decálogo no de los deberes, sino de los derechos imprescindibles del lector (derecho a no terminar un libro, a reeler, incluso a no leer).

Continuamos el ciclo de recomendaciones veraniegas con las dirigidas a las primeras lecturas. En la fase de selección libraria para la confección de la guía que presentamos a continuación, el anteriormente citado Daniel Pennac y su Como una novela se cruzó en nuestro camino. Hecho que transformaría la naturaleza de la entrada, y que ahora cumplirá un doble objetivo, dar a conocer la sección de primeras lecturas con la que cuentan las bibliotecas familiares de la Red, idea con la que nació y por otro lado, invitar a las familias a introducirse en el universo Pennac. Profesor de literatura en un instituto, que nos planteará valiosas claves para acompañar a nuestras hijas e hijos en el proceso del aprendizaje de la lectura.

Gratuito. Así es como él lo entendía. Un regalo. Un momento fuera de los momentos. Incondicional. La historia nocturna le liberaba del peso del día. Soltaba sus amarras. Se iba con el viento, inmensamente aligerado, y el viento era nuestra voz. Como precio de este viaje, no se le pedía nada, ni un céntimo, no se le exigía la menor contrapartida. Ni siquiera era un premio. (¡Ah, los premios..., los premios había que ganárselos) Aquí, todo ocurría en el país de la gratuidad. La gratuidad, que es la única moneda del arte.

Descripción que el autor realiza de la hora del cuento con su hijo.

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